miércoles, 7 de junio de 2017

RAMÓN JACOBO, YA EN LAS MANOS DE DIOS PADRE

Queridos compañeros del IEME, y otros amigos/as. No cabe duda que lo que dice el Vicario General, de la Diócesis de Lugo, Mario Vázquez, es totalmente cierto. «Fue un sacerdote coherente, inteligente, austero, comprometido y con una opción clara por los pobres, por las CEBs. y la teología que las sostiene»

Foto de archivo
Ramón Jacobo tercero por la izquierda
Ramón Jacobo Bernárdez no fue de esos que se pasan por la vida sin dejar "rastro"; su delicadeza, su *ternura exquisita* en el trato con la gente, su alegría profética, era todo un «testimonio convincente» para los que tuvimos la suerte de conocerlo, convivir con él y acompañarlo en sus «momentos títánicos de resistencia» ante las injusticias, indiferencia y "acomodamiento" a este *siglo*, tanto en su Diócesis de Origen, Lugo, como de destino…Barahona.

Ramón, no solo brilló en la diócesis de Lugo y en el IEME, por su preparación académica y por su «estar al día y al corriente» de cómo combatir este sistema; como buen “galego” siempre estuvo al lado de los más pobres y oprimidos «do pobo galego»

Rostro RJ

Fray José Gómez, q. e,p. d., obispo anterior de Lugo, un pastor con "olor a oveja y a morriña", supo muy bien lo que hacía, cuando se desprendió de él, para que se integrara en el IEME. Le costó mucho, pero sabía que una diócesis se enriquece cuando da "desde su pobreza". Por eso nos visitó, tanto en Barahona como en Gualey...supo "enlodarse" a lo "Francisco". Ambos son ahora nuestros mejores intercesores.

La diócesis de Barahona, pudo, por poco años, enriquecerse con el aporte de su sabiduría, de su compasión solidaria y su «compromiso certero, valiente y eficiente». No vino para "ver" la realidad, sino también, para "aportar" su pequeño granito de arena, para "transformarla" a la luz de la Palabra. Supo hacerlo y enseñó a hacerlo.

 Cuando me tocó, enviarlo a España para "operarse" de problemas serios de columna allá, pues iba a hacerlo con un amigo de Barahona, no entendió en aquel momento mi decisión de aconsejarle y presionarle, para que lo hiciera en Madrid. Lo aceptó a regañadientes, pero al llegar a Madrid, y verlo el "Equipo de cirujanos del Carlos III", le dijeron: Lo primero que debe hacer usted es llamar por teléfono a Rep. Dominicana, y pedirle perdón al compañero que le envió, pues si se operara allá quedaría paralítico para siempre. Usted no necesita operarse.

Ramón en su despacho de Lugo

Efectivamente, no lo hizo y siguió caminando, hasta sin bastón. Intentó, más luego, volver a R.Dominicana y vino por un mes, para convencerse que ya su situación personal de salud, le impedía regresar a "misiones", como se suele decir en "argot" evangelizador, desde Europa.

Al final, el cáncer le abrazó más a la cruz, que le llevó a la resurrección definitiva. Fui testigo del ejemplo que nos dio a todos y todas, "sobrellevando el fuerte dolor" con paciencia y alegría, que le producía la presencia del cáncer, y así mismo, todos los que lo conocieron y fueron parte del pueblo de Dios a él asignado en Lugo.

También para la diócesis de Barahona, para el IEME y para los compañeros del "Grupo-Santo Domingo", de Rep. Dominicana, Ramón Jacobo fue uno de los que "pasó haciendo el bien" y empujó la historia con su "humanidad", conciencia crítica, amor solidario y profunda espiritualidad.

Uno más del «Grupo IEME de Santo Domingo», junto con Alejandro Arnedo, Eduardo Martín, Pedro Mahamud, Pedro Gómez Ponce, Diácono Rogelio Arjona, Tomás Cardona, Jordi Coll, Martín Hernández, en Monte Plata, y que trabajó también en la diócesis de San Pedro, hasta su muerte, de infarto, en la parroquia, "Ramón Santana", la más pobre, de la nueva diócesis de San Pedro de Macorís, donde acababa de ser consagrado obispo, el actual arzobispo de la Capital, Mons. Francisco Ozoria.

Quiero unirme a toda su familia, hermanos, sobrinos, especialmente, a su hermana más joven, que lo cuidó con esmero siempre, y también  agradecer, en nombre mío y del IEME, a  Josefina, " Fina", que lo acompañó "siempre" en la enfermedad y apoyó en su labor misionera. Con todos ellos, con el "Equipo de Formación especializada" de Monforte de Lemos, quiero unir «Mi compartir pascual y doloroso».

Manuel Bodenlle, 5 jun. 2017,

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